Paciente mujer, 79 años. Viene acompañada de su marido. Mientras se sientan, ambos bromean nerviosos sobre quien tendrá la memoria peor. Han pedido visita los dos. Ella no puede parar de reír.
Paciente mujer de 65 años de edad que llega a nosotros como consecuencia de esa intuición que en muchas ocasiones aparece en alguien de la familia cuando tienen la impresión de que algo no termina de cuadrar.
Por eso creo que su única motivación para ser explorado “junto a su esposa” era “simular” los mismos problemas para que ella no se asustase o se sintiese mal. No pudo ser, lo hicimos obviamente por separado. Pero, no hubo miedo ni dolor: Ella no dejó de reír.
Uno de esos hilos que no deberían existir pero se deben contar🧵
Paciente varón, 29 años. Viene con sus padres, quienes llevan muchos años sumidos en una flagrante preocupación.
Lamentablemente, los síndromes de falsa identificación como el delirio de Capgras y la paramnesia reduplicativa aquí presentes nunca son “cosas de la edad”. Tampoco lo es pensar que lleva 2 años casada cuando lleva toda una vida.
Paciente mujer de 10 años de edad. Embarazo normal, parto normal y desarrollo absolutamente normal.
Crece en una familia devastada por la brutal violencia que su joven padre ejerce contra su madre, su hermano y también contra ella.
Tampoco lo es no haber dejado de reír durante toda la visita, ni tan solo cuando su marido, con unas mal disimuladas lagrimas y una sonrisa teatral se esforzaba en que reconociese al hijo de ambos.
Uno de esos casos que llegan por casualidad, que no son tu especialidad y que te enseñan de todo y más:
Paciente varón, adolescente, 14 años. Consultan a neurología por cuadro progresivo de alteración de la marcha, tics, trastorno de conducta y desintegración del lenguaje.
Paciente mujer, 65 años de edad. La acompaña su familia. Sabe dónde está, pero no saber por qué está aquí. Con una enorme indiferencia afirma encontrarse bien y no tener problemas de memoria.
Sin la intuición e insistencia de su hija, posiblemente el caso hubiese tenido otro desenlace, no lo sé ni lo sabremos. Lo único que importa es que ahora tienen un camino por delante y una explicación donde no existen culpables. Era un tumor.
No tiene antecedentes relevantes pero lleva un tiempo que se nota torpe, mas lenta y despistada. Le da poca importancia: “Son cosas de la edad”…siempre son cosas de la edad.
Paciente mujer de 25 años de edad que consulta, llegando a mí de una manera totalmente casual, por tener la impresión de “no conseguir tener una vida normal”. Ha vivido en múltiples países sin tener jamás un trabajo estable.
Una ética y honestidad que en demasiadas ocasiones brilla por su ausencia cuando se usa y abusa de la desesperación para ganar dinero a costa del sufrimiento ajeno.
Me cuenta que lleva dos años con su marido, que se conocieron en un hotel donde ella solía ir. Su marido asiente, acaricia su pelo y sonríe. Ella vuelve a reír.
Ultimamente hay algo que la tiene preocupada. En ocasiones se queda mirando a su marido y ve a otra persona. No sabe quien es, no sabe como se llama. Viste parecido a su marido, habla parecido a su marido, pero sabe que no es su marido.
Solo escuchándola llama la atención que la estructura del lenguaje es poco coerente, que cambia letras en algunas palabras y que termina hablando de algo que nada tiene que ver con lo que quería explicar inicialmente.
Exploro al marido. Todo absolutamente normal. Ahora si, solo cosas de la edad. Su marido pensaba que durante la evaluación estarían los dos presentes, que se les haría a la vez.
Algo parecido pasa también, pero de manera mas esporádica, con su casa. Tiene momentos en los que reconoce que esa casa se parece a su casa, pero no lo es.
Coincidiendo con esto ha desarrollado una enorme suspicacia hacia todos los que la rodean. La única explicación a estos fenómenos es que alguien la intenta engañar, todos la quieren engañar.
Paciente varón, 30 años. Intervenido de un tumor frontal hace 2 años. Acude solo. Dice que le dicen que pierde la memoria aunque afirma que no es cierto.
Paciente varón, 63 años de edad. Era cuidador de su padre enfermo hasta que irremediablemente falleció durante la pandemia. Desde entonces, tanto él como especialmente sus hijos, notan que no se expresa igual de bien que antes, que le faltan las palabras.
Paciente varón de 60 años de edad que consulta refiriendo una queja subjetiva extremadamente frecuente en muchas de las personas que nos vienen a ver: “tengo problemas de memoria y han empeorado durante los últimos años”.
Hace un año, durante un episodio de fiebre, desarrolló un cuadro confusional. Durante el ingreso, las pruebas confirmaron una meningoencefalitis herpética que posteriormente dañaría de manera catastrófica su lóbulo frontal, temporal y giro cingulado.
Estos pequeños éxitos pueden marcar una enorme diferencia cuando lo perdemos todo. Plantear objetivos realistas acorde a las circunstancias y considerar que quizás no se pueda hacer nada, debe formar parte de la claridad, honestidad y ética con la que tenemos que trabajar.
Paciente mujer, 81 años y múltiples antecedentes. Ademas de la hipertensión y diabetes “de siempre”, lleva 6 meses horribles: Empieza diálisis, fractura de húmero, ingreso, fémur, ingreso, sd confusional, clostridium y un infarto.
El viernes, en nuestra consulta de Huntington, una pareja joven, de tez morena, ella más que él. Con una enorme sonrisa, él más que ella. Con movimientos involuntarios y vocalizaciones inoportunas, solo ella.
Paciente mujer de 64 años que consultó por tener la impresión de que le cuesta encontrar las palabras desde hace unos 6 meses. Su madre padeció una Enf.
#Alzheimer
y falleció recientemente.
Si el tumor hubiese comprometido otros territorios haciendo debutar una parálisis o trastorno motor, posiblemente se hubiese planteado antes y mejor el diagnóstico.
Sus recuerdos son irrecuperables, la persona que alguna vez fue también. Toca un inmenso trabajo por delante que posiblemente sea un cúmulo enorme de grandes fracasos acompañado de pequeños éxitos.
Un cuadro característico de procesos que asocian un extenso daño fronto-temporal y/o de estructuras profundas como el diencéfalo. Algo que frecuentemente se observa en el síndrome de Wernicke-Korsakoff asociado al déficit de tiamina e ingesta de alcohol.
No normalicemos la tristeza de los mayores, sus miedos ni sus frustraciones. La vejez no consiste en resignarse a sufrir y padecer. No debería ser así. Hay que hablar, escuchar, saber entender y nunca dejar de reír a carcajadas.
Seguidamente, levanto ligeramente el bolígrafo, lo ve y entonces recuerda “¡bolígrafo!”. Sus recuerdos inexistentes se nutren de elementos del entorno si lo provocas y de pura fantasía si no dices nada.
Paciente varón, 47 años de edad, con una gigantesca máscara y un disfraz, ambos invisibles, que le permiten jugar a aparentar una normalidad que no existe.
Hace dos años fueron apareciendo una serie de cambios conductuales cada vez más llamativos, donde el síntoma central era un patrón de gastos excesivos en compras cada vez más compulsivas.
Le presento una lista de palabras que es incapaz de aprender. Pero el problema no reside solo en que sea incapaz de aprender y recordar, sino que él cree que lo recuerda todo. Así, va nombrando convencido una lista de cosas que nunca estuvieron en la lista de palabras.
No ha vivido cerca de Barcelona durante 4 años sino durante más de 30. No estuvo casado dos años sino más de 15. No vive con su familia. Nunca fue camarero y por supuesto no está de vacaciones.
Siguiendo un hilo al que llegué casualmente aprovecho esta imagen que compartí para recordar que algunas hidrocefalias (como la de esta señora) son hallazgos fortuitos cuando solicitan una RM por otro motivo.
En resumen:
1. Saber saber que no sabes cuando es obvio que no sabes.
2. Derivar SIEMPRE a los que saben
3. La biología no es que juegue algún papel, es que en ocasiones ES el papel (y las ocasiones existen, muchas veces existen).
4. Volver al punto 1.
Actualmente persiste un cuadro de confabulación tanto espontánea como provocada, asociando un prominente síndrome amnésico anterógrado y retrógrado y un síndrome frontal con repercusión tanto cognitiva como conductual.
Con el paso de los meses los gastos y el patrón de compra se fueron desbocando cada vez más, asociando en consecuencia la acumulación en casa de una cantidad absurda de cosas innecesarias, especialmente de zapatos.
Podía pasar horas mirando los árboles, dando vueltas alrededor de ellos, recogiendo cualquier objeto (plástico, colillas, hojas, basura…) que encontrase alrededor, convencido de que estaba recogiendo fruta.
Presentaba igualmente muchas otras conductas propias de hipofrontalidad: tendía a imitar mis movimientos, a coger cualquier objeto que dejase encima de la mesa y a ejecutar las tareas como si nada ni nadie estuviese supervisando ni el qué ni el cómo.
Le pido que me repita tres palabras: “pelota, bandera, árbol”. Lo hace. Le pido que haga una serie de restas. Tiene una enorme dificultad. Le pido que me diga las palabras que hace pocos segundos le hice repetir: “¡camión, estantería, peluca!”.
Pudo copiar con mucha dificultad una figura que luego, igual que sucedía con las palabras, recordaría de un modo totalmente distorsionado, dándome un sinfín de explicaciones, justificando porque la figura sí que era así.
Soy consciente de lo que está sucediendo, así que intento provocar algo. Mientras le pido que me diga las palabras que recuerda voy dando golpecitos con mi bolígrafo en la mesa y entonces dice “¡mesa!”.
La óptica con la que observamos lo que estudiamos debe permitirnos ver siempre todas las posibilidades. El problema 1 es que si uno no contempla/conoce las posibilidades, no las puede ver.
No deja de sorprenderme la cantidad de personas que me siguen por los casos que suelo compartir. ¡Casi 30 mil! 😲
Un millón de gracias a todos y a todas. Sois parte esencial de la sensibilización y difusión de todas estas enfermedades y condiciones que tanto lo merecen. 🧠⚡️
Era evidente que existía un problema y por ello fue derivada a un servicio de salud mental. La vieron y siguieron tanto en psicología clínica como psiquiatría. Le diagnosticaron un trastorno por acumulación y una adicción a las compras y la incluyeron en un programa terapéutico.
El problema 2 es que, en ocasiones, desde determinados posicionamientos teóricos, no se contempla/conoce porque no se quiere contemplar ni conocer. Eso, como he dicho en una infinidad de ocasiones, es en mi opinión un error fundamental, también conocido como “una gran cagada”.
Nunca, absolutamente nunca, deberíamos olvidar ni dejar de considerar esta realidad. Nuestras notas, papeles, ideas y opiniones tienen un valor. Pero nosotros siempre estamos al otro lado de la mesa.
Una casa cada vez más caótica y dejada a pesar de la insistencia de la paciente por intentar colocar en fila y apilados los cientos de zapatos que compraba. Ello fue asociando otros patrones de conducta compulsiva con el teléfono, ordenador, etc: Su medio de compra.
Y así fue perdiendo el control hasta el punto de gastarse toda una herencia, de pedir en secreto varios préstamos al banco que obviamente no podía devolver y de arruinar a su familia.
En ocasiones (no pocas), llegar a un diagnóstico o a una explicación implica cuestionarse todo lo que hasta el momento se ha considerado como la única explicación.
El mejor “test o tarea neurocognitiva” que existe es la vida. Las personas no estamos en nuestra casa copiando figuras complejas ni aprendiendo listas de palabras, pero por supuesto, vivimos expresando constantemente cognición a través nuestras acciones.
Varón, 72 años, estudios superiores y un trabajo mas que exigente durante toda su vida. Plenamente funcional hasta los 70 cuando se jubila. Todo parece ir bien en su “nueva vida” pero a los pocos meses empieza a estar “preocupado” por muchas cosas, demasiadas.
Me ha contado que está volviendo a ser ella, que antes no tenía ganas de nada y que tiene miedo de volver a “liarla con las compras”. Tiene miedo. Antes no tenía nada.
Me cuenta que vive en una ciudad cercana a Barcelona desde hace cuatro años, que ahora vive con toda su familia, que estuvo casado durante dos años, pero no salió bien, que trabaja de camarero, pero lleva dos meses de vacaciones.
Le pregunto si dos meses de vacaciones no es mucho tiempo y si no será que por algún otro motivo ha perdido el trabajo o está de baja.
Se ríe con una enorme carcajada “¡No hombre no por dios! Solo estoy de vacaciones una temporada”
Es “extraño” que alguien sin ningún antecedente previo, sin una historia de problemas similares o de otros problemas de salud mental, debute de pronto y a esa edad con semejante clínica.
Supongo que el progresivo abandono de los hábitos higiénicos, el caos persistente cada vez más marcado en su casa o la absoluta indiferencia que sentía por el daño que había causado a su familia, les pareció compatible con un problema de adicción. Lo puede ser, sí, pero no así.
Hace una semana que la operaron con éxito, sin complicaciones y hoy la pasé a visitar. No era ni la enorme gasa en la cabeza, ni el pequeño hematoma, ni ese batín de hospital lo que la hacía prácticamente irreconocible: era su expresión.
Entiende, reconoce y siente gran parte del problema. Hay remordimientos. Antes no había nada.
Soy consciente del efecto de los corticoides que lleva pautado, pero hay muchos detalles en su carácter (nuevo para mí), que no se explican por esa “hipomanía” de los corticoides.
No mostraba ningún signo de focalidad neurológica, nada. Pero lo neurológico no siempre es “una focalidad”.
En la exploración neuropsicológica llamaba la atención cierto empobrecimiento de la escritura con disortografia y cierto disgramatismo.
Sabía que había arruinado a su familia, que se había gastado más de 200mil euros en compras…pero eso no le producía ninguna emoción. Era un aplanamiento emocional total al confrontarla con la situación.
Paciente mujer de 41 y todo, absolutamente todo…su postura, su marcha lenta, su pelo sucio, mal cortado y mal peinado, sus ojos mates, sin brillo, sin vida. Todo anticipaba que demasiadas cosas no iban bien.
Sabía explicar perfectamente lo que había estado haciendo con el dinero y las compras, aunque no sabía explicar muy bien ni cuando, ni como, ni porque empezó. Tampoco sabía explicar que la llevaba a comprar todas esas cosas absurdas.
Me ha reconocido sin problemas y nos hemos puesto a hablar de como y de porque nos conocimos. Hace unas semanas pasaba todo el tiempo conectada al teléfono comprando. Desde que salió del quirófano prácticamente no lo ha usado.
Y es que cuando vemos a alguien que no puede mover una parte del cuerpo o que ya no puede hablar, nadie duda de que le sucedió algo a nivel cerebral, pero cuando vemos a alguien con una conducta desajustada, difícilmente se piensa en una lesión cerebral.
Un aplanamiento que le había ido quitando las ganas de todo menos de comprar y de gastar.
Su conducta en general se había ido volviendo cada vez más desorganizada y grotesca. Acumulaba objetos que recogía de la calle, salía de casa a horas absurdas y comía literalmente basura.
Mantenía en la consulta un contacto infantil, minimizando con risas y gestos propios de un niño todo lo que íbamos poniendo sobre la mesa. Risas e indiferencia que obviamente chocaban de lleno con los gestos de rabia y desesperación de su acompañante.
Y ahora entra en escena otro tipo de trabajo igual de necesario que el anterior, donde ya no está solo la paciente en el centro del esquema. Veremos lo que nos depara la genética y su caprichosa probabilidad, pero sea como sea y porque sé que me estáis leyendo, lo haremos bien,
No tenía un déficit del aprendizaje, pero si dificultades para acceder y recuperar lo aprendido, por ello, con claves, con pistas era fácil que recordase prácticamente todo. Por ello, sin pistas, su memoria visual era un absoluto desastre.
Han pasado pocos días, lo sé, pero entiendo que ese funcionamiento frontal anómalo que poco a poco fue desarrollándose conforme crecía el tumor, se truncó repentinamente cuando se extirpó, al menos en parte, al menos lo suficiente.
En mi opinión, teniendo en cuenta el tiempo de evolución y el “aspecto” de los síntomas, de entre las múltiples posibilidades había dos que resultaban a priori las más probables: un proceso neurodegenerativo tipo variante conductual de una DFT o similar VS veremos…
Presentaba una lesión infiltrativa muy sugestiva de ser un glioma de bajo grado, eso es, un tumor cerebral, en la parte más medial de la corteza orbitofrontal y cingulado anterior.
Y si, claro que se podían encontrar elementos contextuales y toda una serie de variables en su historia, en su vida, que parecían explicar los motivos detrás del desarrollo y mantenimiento de esas conductas.
Lo que sin duda no nos parecía una posibilidad asumible era que se tratase de un trastorno de conducta en contexto de una adicción a las compras y a un trastorno de acumulación.
Un desastre al que contribuía su pésima capacidad para planificar y organizar el qué y el cómo a la hora de copiar una figura que después no podría recordar.
Le costaba mucho generar palabras bajo una regla semántica y eso sí, era incapaz de resolver de manera correcta determinados problemas simples o de establecer relaciones lógicas entre por ejemplo, un tren y una bicicleta.
Por eso, saber de algo implica también saber cuándo no sabes tanto de algo. Este acto de sinceridad con lo que hacemos es absolutamente necesario, aunque lamentablemente, hay mucho “sabelotodo” en este mundo.