Sube a un taxi, el tachero lo reconoce y dice, emocionado, que cómo le va a cobrar, a Borges…
-¿Usted me leyó…?, le pregunta.
-No
Y Borges contaba que eso era excelente, porque el tachero, que quería homenajearlo sin haberlo leído, no lo hacía por él, sino por la literatura